jueves, 21 de enero de 2016

Trabajo de las leyendas de Lengua

EL CIEGO DE RUS

El alcaide moro del castillo de Rus tenía un hijo que era muy aficionado a la caza. Raro era el día que no salía al campo caballero en un brioso bayo y rodeado por una inquieta nube de ladradores podencos a cada uno de los cuales sabía él llamar por su nombre preciso. Era un tiempo en que abundaba el áspero jabalí más que ahora por estas tierras y se le cazaba con ballesta o valerosa lanza.


Atardecía después de una sudorosa jornada cinegética y perseveraba el mancebo en su acecho a la vera de un riachuelo donde había un abrevadero de puercos. Barruntando la cercanía de los bichos, el cazador comenzó a tensar su ballesta que era una de las de molinillo, robusta y con adornos de asta o de hueso. Apoyando el mocho en el suelo doblaba el arco de acero con la fuerza de una poderosa manivela. Cuando ya casi llegaba la cuerda al tope del gatillo, el arco se rompió y uno de los cabos fue a dar al mancebo una profunda herida en la cabeza. A consecuencia de este accidente quedó ciego el desventurado.


El invierno dio paso a la primavera y florecían los almendros en la loma de Canena. Resignado a sus tinieblas el hijo del alcaide de Rus no dejaba de salir al campo con su caballo y sus podencos y se solazaba en distinguir los variados cantos de las aves, el rumor del viento en las cañas y los alborotos de sus perros cuando columbraban la fuga del puerco o del venado.


Un mediodía de mayo, fatigado de las calores, descabalgó el ciego a la refrescante sombra de un frondoso olmo. Tuvo un sobresalto: alguien le tiraba levemente de la marlota. Inútilmente exploró sus contornos con las manos extendidas. Sintió que dulcemente le tocaron los ojos y una voz suave como la piel de las uvas le pidió que los abriese. Quedó con sus ojos claros y su vista restituída ante una hermosa mujer que sonreía.


La señora le pidió que mandase desenterrar una figura que había debajo de aquel árbol. Al otro día hombres con azadones cavaron y encontraron una estatua de piedra. Representaba a la señora que había obrado el prodigio. Al enderezar la imagen una clara fuente manó del molde que dejaba en la tierra. El alcaide moro de Rus dio gracias al cielo e hizo venir alarifes y canteros para que construyeran una ermita que aposentase dignamente la imagen de la hermosa señora y la cristalina fuente. Este es el origen de la ermita de Santiago donde mana hasta hoy una fuente de clara y saludable agua.











viernes, 8 de enero de 2016

Vuelta al Colegio

Ahora como otras veces más, a puntito de entrar en el colegio el 11 de Enero, después de estás pequeñas "vacaciones" otra vez a seguir la rutina y a repasar a diario, y como no, los exámenes.
Espero que no se me haga muy pesado.